Opinión
Un
poco en contra de mis principios y con contenida desgana, me decidía a
escribir algo sobre la situación de letargo por la que atraviesan los
dos partidos políticos hegemónicos de este país, a los que
no paran de crecerles los forúnculos de la apatía y de la corrupción.
Ya una vez dentro de esta cansina dimensión, me ponía a rumiar para
tratar de encontrar una explicación razonable al meollo de la cuestión.
Fue entonces cuando, de repente, acudía a mi mente
la imagen aquella en la que el presidente de Gobierno (en funciones),
Mariano Rajoy rechazaba la mano del líder del PSOE, Pedro Sánchez. Ello
se escenificaba públicamente hace siete meses, y desde entonces, ambos
están atrapados en un verdadero callejón sin
salida.
El
día que Rajoy decidía abrocharse la americana con gesto altivo, en
lugar de extender la mano a quien tenía a su lado, a Sánchez se le ponía
la cara de manzanas agrias. Intento ponerme en la piel del
socialista y me lo imagino con el orgullo malherido y ansioso de
venganza. Es, por esta razón, por la que el popular está ahora purgando
su gesto de desconsideración hacia su rival político más significativo.
Mientras tanto, Sánchez intenta no arrugarse ante
las adversidades (tiene en contra los barones y baronesas del partido,
que no quieren que pacte con los malignos independentistas), y no
descarta volver a intentar formar un gobierno alternativo al PP; o sea, a
adentrarse en un nuevo laberinto sin salida.
Delante
de semejante cuadro, plasmado sustancialmente por los dos partidos que
han venido controlando hasta ahora el cotarro político, los de Podemos,
Ciudadanos y demás fuerzas políticas emergentes, están
a verlas venir; es decir, a intentar sacar tajada del embrollo. Todos
esperan los resultados electorales de Galicia y Euskadi para replantear
sus estrategias de futuro, con la esperanza de encontrar vía libre a sus
aspiraciones, en lugar de un callejón sin
salida. Era mi amigo (“El Cínico”), quien ponía su particular guinda al
pastel: “Será muy difícil enderezar el entuerto y, sobre todo,
erradicar la corrupción en España”, al tiempo que me recordaba que
“Xavier Cugat, y otros artistas famosos, tuvieron que
pactar en su día con la mafia para triunfar en América”. ¡Menudo
ejemplo!
Fiesta pasada por agua y noche electoral en ‘Galeuska’.-
Mientras
la Festa Major del Prat apuraba sus últimas horas intentando guarecerse
del chaparrón, en Galicia y Euskadi todo hace presagiar que seguirán
mandando los mismos de
antes. A la hora de cerrar esta crónica, me seguía preguntando: ¿En qué
medida incidirá el resultado de estas elecciones autonómicas en el
conjunto del Estado español?
Manuel Dobaño (Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al dia.
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