Opinión.
Estaba yo el otro día
esperando en la ciudad en la que vivo el paso de los corredores de la Volta
Ciclista a Catalunya, cuando observé a mi señora esposa que entablaba animada charla
con un mozalbete, cuya cara me resultaba familiar, pero que no recordaba de qué.
Como quiera que los colegas de Contador y Quintana se hacían esperar más de la
cuenta, empezamos a recordar viejas historias vecinales y a especular sobre las
causas de la tez morena de nuestro interlocutor y a mí se me ocurrió soltar que
si se había ido a la nieve a esquiar. “¡Qué va, en mi vida he esquiado!, me
respondió, dejándome planchado, para acto seguido aclararme que su saludable
aspecto le venía de tirar de tractor, o sea, de hacer de payés.
El fugaz paso de la
caravana ciclista catalana me hizo reflexionar sobre lo deprisa que van las
cosas en esta cambiante sociedad que nos ha tocado en suerte y, una vez más,
volví a recordar los inmortales versos de Jorge Manrique: “Recuerde el alma
dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida…”.
Coincidió que ese mismo día, a hora bien temprana, me despertaba una llamada
telefónica de mi pariente Enrique Cid, residente en Venezuela, para ‘lembrar’
(recordar) un montón de historias acontecidas en nuestra villa natal (Xinzo de
Limia) de cuando éramos rapaces. En nuestro virtual viaje, nos adentramos en el
túnel del tiempo y ambos llegamos a la conclusión de que, efectivamente, todo
va demasiado deprisa…
El inexorable paso del
tiempo se hace aún más evidente cuando redescubres historias del pasado ya
medio olvidadas, como es el caso de un artículo mío, titulado ‘La leyenda del
falso conde’, que hace unos años publicó La Región, en el que relataba la picaresca
vida del ourensano José Leyenda Limia, un Lazarillo de Tormes del siglo XX. Hace
poco, me enteraba de que esta historia la había hecho suya, sin mi
consentimiento, la desaparecida revista ‘El Caso’, de la que ahora se nutre TVE
en su nueva serie. Otro ejemplo de lo rápidas que van las cosas, es lo que leía
mi amigo (“El Cínico”) en la prensa: “Se especula que tres millones de puestos
de trabajo desaparecerán en España hasta el 2025 para dar paso a nuevos
perfiles laborales”. Manuel Dobaño
(Periodista). También puede leer este artículo en El Prat al Día.
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