Opinión
WikiLeaks
ha vuelto a embestir con furia, cual embravecido toro de Miura,
para dejar medio
con el culo al aire a la Agencia Central de
Inteligencia yanqui, la poderosa y temida CIA, una especie de GH de
ámbito cósmico que nos espía hasta los pensamientos.“Y luego
resulta que los americanitos van presumiendo por ahí de democracia y no
sé de cuántas monsergas más”, me comentaba indignadísimo mi amigo (“El
Cínico”). Y tiene toda la razón mi amigo, porque se trata de la mayor
filtración de datos de inteligencia de la historia,
recogida en 8.700 documentos, que demuestra quela agencia USA espía y
piratea a los ciudadanos a través de los móviles y televisores
inteligentes. O sea, una manera muy bestia de hurtarnos la intimidad.
Manuel Dobaño (Periodista) |
Cuando
a finales del siglo pasado visité Washington DC para visitar a mi hija,
en tiempos en los que hacía un post-doctorado en EE.UU., en más de una
ocasión nos habíamos desplazado en coche desde Rockville
(Maryland), donde residía mi primogénita, hasta el National Mall, lugar
en el que se concentra todo lo interesante que se tiene que ver de la
capital norteamericana. Para llegar más rápido, acostumbrábamos a hacer
el pequeño viaje a través de una bucólica
carretera boscosa, cruzando el barrio de Bethesda (Virginia). Recuerdo
que la primera vez que pasé por allí, sentí una cierta inquietud cuando
pasé por delante del desvío que conducía a las dependencias de la CIA,
circunstancia que relato en mi próximo libro
“El Opinador”.
Y
para restar trascendencia al espinoso asunto ese de la nueva cornada
que le ha propinado a la CIA el ‘matador’ Julian Assange, director de
WikiLeaks, no se me ocurría otra cosa que cambiar radicalmente
de tercio y referirme a otra temática más lúdica. Por ejemplo, las
crónicas anunciaban que, en el memorable partido de fútbol que
disputaron el 8 de marzo en el Camp Nou el Barça y el PSG, podrían
asistir el ex-primer ministro francés, Manuel Valls y la alcaldesa
de París, Anne Hidalgo. El primero es barcelonés de nacimiento y
reconocido seguidor blaugrana, mientras que la segunda nació en la
población gaditana de San Fernando. A ambos me los he imaginado con el
corazón ‘partío’ y, no descarto, vigilados por la CIA. También puede leer este artículo en El Prat al Día.
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