Opinión.
Manuel Dobaño
(Periodista)
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Fue
en la década de los años setenta del siglo pasado cuando, por primera
vez, oía hablar de Nadia (Comaneci), la laureada y admirada deportista
rumana, considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos.
Nadia significa ‘esperanza’, es de origen persa, árabe y esloveno y, en
Francia, la han reconvertido en Nadine, como la hija de un primo de mi
esposa que reside en París. También, hace unos días, tenía la
oportunidad de descubrir a Nadia (Murad), que compartió
con Lamiya Aji el Premio Sajarov, otorgado por el Parlamento Europeo.
Ambas jóvenes son supervivientes del cautiverio islamista, en el que
fueron utilizadas como esclavas sexuales. Tras su posterior huída, ahora
son activistas de los DD.HH. y reclaman ayuda
para llevar al EI ante el TPI.
Sin
ánimo de seguir ahondando en más detalles sobre otras personas que
ostentan tan precioso nombre de mujer, mi propósito inicial era comentar
la triste historia en la que se ha visto involucrada últimamente
otra Nadia (Nerea Blanco). Tal como no han parado de pregonar la
mayoría de medios de información, esta pobre niña de 11 años sufre una
enfermedad de las llamadas raras y, presuntamente, ha sido
ignominiosamente utilizada por sus progenitores para urdir una
sonada estafa. De llegarse a confirmar todos los ángulos oscuros que
parecen rodear a este lamentable asunto, una vez más, se constataría que
la picaresca más vergonzante sigue campando a sus anchas en el país que
alumbró el Lazarillo de Tormes.
A
propósito de todas estas historias protagonizadas por personas que se
llaman Nadia, mi amigo y vecino (“El Cínico”) me comentaba que, además
de las ya citadas, él conoce a algunas más, como es el caso
de Nadia (de Santiago), una joven actriz madrileña que ha hecho sus
pinitos en diversas películas y series televisivas, tales como,
‘Alatriste’, ‘Las 13 rosas’, ‘Amar en
tiempos revueltos’ y ‘Amar es para siempre’. Asimismo, me dejaba
caer que también le sonaba el nombre de la actriz norteamericana Nadia
(Bjorlin), y que había oído hablar de una tal Nadia (Terazzolo),
ex-concursante de una versión argentina de GH, que
se había despelotado para la revista Playboy. “En el mundo hay
Nadias para parar un tren”, sentenciaba mi amigo. También puede leer este artículo en El Baix al Día.
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