lunes, 20 de abril de 2015

Hijos del bipartidismo

 OPINIÓN.
La extraña pareja (PP/PSOE) que se ha venido alternando en la gobernabilidad del país desde el advenimiento de la democracia, ha gestado un par de hijos. Por la derecha (léase PP), ha alumbrado Ciutadans/Ciudadanos (C’s), de Albert Ribera, y por la izquierda, Podemos, de Pablo Iglesias. Según una reciente encuesta, una más de las que últimamente nos suelen obsequiar los distintos medios de información, el 77% de los encuestados reclama el fin de un viciado y gastado bipartidismo, que no ha parado de generar unas altísimas cotas de desencanto y de corrupción política; por cuya razón, el personal exige ventilar el contaminado patio de la cosa pública, más allá del escándalo que ha provocado el turbio asunto de Rodrigo Rato.   
A propósito del previsible cambio político que se avecina, recuerdo que, cuando premeditadamente me dejé caer por la barcelonesa Plaça de Catalunya en pleno apogeo del 15-M de 2011, escribía una crónica premonitoria de lo que allí se estaba cociendo. “La dignidad de los indignados”, así titulaba mi particular punto de vista de un movimiento social que intuía que “podría ser el principio de la consecución de un gran sueño: empezar a cambiar el actual ‘status quo’ de una caduca democracia capitalista”. In situ, comprobaba cómo “algo que, seis días antes, había empezado en el madrileño kilómetro cero, se expandía al resto del país, igual que un tsunami e, incluso, sobrepasaba nuestras fronteras”.   
Como consecuencia directa de aquellas movilizaciones ciudadanas de hace cuatro años, las nuevas formaciones políticas han alzado su voz y se han organizado para poner fin al bipartidismo. Conscientes de que no es lo mismo predicar que dar trigo, los votantes de los partidos tradicionales, sin embargo, todavía mantienen la esperanza de seguir en el poder. Mi amigo (“El Cínico”) ha vuelto a terciar para soltarme que está hasta la coronilla de ciertos politiquillos que “llevan años calentando  poltrona, con prepotencia, soberbia y una cierta dosis de chulería”, y que ya tiene ganas de perderlos de vista. El nuevo mapa político que nos deparará las próximas convocatorias electorales, servirá para despejar no pocas dudas.Manuel Dobaño (Periodista). Puede leer también este artículo en El Prat al día.  

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